No era una noche de esas habituales. Su recuerdo deambulaba por mi mente particularmente presente estos días. Quizá era el encierro que me tenia sin pensar en muchas otras cosas y terminaba enfocándome en ella, quizá solo era la muerte paseando por allí afuera, que me hacia sentir mucho mas melancólico y pesimista que de costumbre. Sea como fuese, ella estaba aquí, ahora, no como el primer día, como la segunda semana, en donde el golpe de su ausencia se nota, cuando las conversaciones se hacen infinitas ante el eco del silencio. Mierda, me estaba volviendo cursi, debía arrancarla pronto.
Como siempre recurrí a la primera línea del autoflagelo, esa botella de vodka que no se como conseguí, pero llevaba meses en el refrigerador. Tomé un par de cigarrillos y fumé con avidez, mientras leía tal vez que cosas en el computador. Quería dormir, abandonarme a la inconciencia, le di otro largo trago directo a la botella pero nada pasaba, aún no estaba suficientemente ebrio como para caer. Recordé las pastillas que compré en la feria. Siempre tuve debilidad por las pastillas para dormir. Recurría a ellas cuando los conflictos existenciales hacían tortuoso el paso de la vigilia al confort que representaba el abandonarme al mundo onírico, pero esto no va de dulces sueños, va de drogas y autodestrucción.
La primera dosis fue de 3 grageas, recuerdo la segunda, que fue de 5. Algunos pasajes retornan a mi mente cuando estoy en calma. Recuerdo haber quedado sin cigarrillos, subirme a la camioneta con la botella en la mano, el accidente, el arribo de los pacos, mi eterna rabia hacia ellos y bajarme con la botella en la mano, estrellársela al primero en la cabeza, apuntar con el gollete al segundo, el cañón mirándome fíjamente a los ojos, el fogonazo y un largo sonido agudo. Supongo que la adrenalina hace mas vividos algunos momentos.
Aquí no hay mucho que hacer, solo queda pensar en ella. No hay forma de evadirla, no hay manera de escapar, no hay inconciencia que lave su recuerdo, no hay embriaguez que me abstraiga, no hay pelea que apacigüe mi rabia, y como en esa historia, tampoco hay un remate, en esta historia…